¿Existió
el Lago Parima a cuya orilla había crecido Manoa, capital del fabuloso dorado
que hasta el sacrificio, penalidades, extenuación y muerte buscaron inútilmente
los europeos?
Todo parece apuntar hacia la ilusión,
hacia lo mitológico, arquetipo que desde los tiempos del Vellocino de Oro viene
bullendo en nuestro inconsciente. Sin
embargo, el escritor Horacio Cabrera Sifontes realizó una investigación un
tanto especulativa para demostrar que existió, muy cerca de Ciudad Bolívar.
“El Lago Parima existió” escribió Don
Horacio, pero no era ningún Dorado. Lo ubica en lo que es hoy el Hato La Vergareña , donde pastan
miles de cabezas de ganado. Este valle o
depresión de 50 mil hectáreas, corresponde al punto geográfico señalado por
Humboldt y ofrece características geológicas de un lago que se vació por un
fenómeno muy espontáneo y natural. La
leyenda de El Dorado pudo haber sido confundida con ese lago al que se aproxima
en el siglo dieciocho don Manuel Centurión.
El Lago Parima lo encontró sin saberlo
el ingeniero naval Daniel K. Ludwing cuando con Horacio Cabrera Sifontes
sobrevolaba en su avioneta particular el Hato La Vergareña que este último
quería venderle. Antes del vuelo había
llovido copiosamente y la inundación impresionaba. Horacio Cabrera cuenta en un libro sobre el
tema que ante tanta agua invadiendo las tierras ganaderas que pretendía ofrecer
en venta al interesado, se sentía un tanto atropellado y quiso apaciguar la situación diciéndole a mister Ludwing “aquí tiene agua usted para todo el verano”.
-Eso lo veo lo que no he podido ver
es la tierra ¡esto es un lago! --respondió y la respuesta se le quedó como
aguijón a Horacio Cabrera que al igual que muchos vivía intrigado desde su
niñez por la leyenda del lago Parima.
Un día temprano preparó su cabalgadura,
escaló la serranía y comenzó a contemplar el valle. Allí estaba la hondonada de
lo que fue seguramente el misterioso lago.
Se convenció más cuando comenzó a
estudiar y a profundizar sobre el tema y llevó al sitio a expertos geólogos que
robustecieron su creencia de que allí en el valle de La Vergareña existió el
lago Parima que nadie nunca antes pudo encontrar, posiblemente por sus
inconcebibles peculiaridades.
Del Lago Parima sólo quedaría hoy lo
que habría sido su fondo, prácticamente un valle de 50 mil hectáreas. Sus aguas, las que permanecieron allí
estancadas por efecto de las lluvias y sus manantiales naturales, se vaciaron y
todavía prosiguen en correntías sobre
las raíces de los Morichales hacia el río
Aro. Allí comenzó a
llevárselas un día en que Caño Azul pudo
terminar de horadar su camino a través de las alturas de “La Coroba”. Caño Azul desde entonces se convirtió en una
continua y abundosa corriente que recoge las aguas de todos los Morichales o
manantiales del valle para tributarlos
al río Aro.
En un mapa de John Ogilby, Londres 1671, ilustrado
con viñetas alusivas al Viejo y Nuevo Mundo, se aprecia, como vemos arriba en
esta columna, el Lago Parima, además de otras invenciones geográficas que
localizamos en el libro d Walter Raleigh.
Aquí se ve el Lago Parima entre el Orinoco y el Amazonas ya al final de
sus cursos. En otras publicaciones se
afirma que el Lago Parima se suponía en la región cabecera del Orinoco; sin
embargo, las exploraciones palmo a palmo nunca lo hallaron.
El
único lago, o laguna diríamos mejor, por esa región es la Laguna del río Cuao, afluente del Sipapo, a su vez afluente
del Orinoco. Esta laguna tiene 400
metros de longitud y 270 de anchura dentro de un relieve irregular sin viso
alguno de ese famoso mito del siglo XVI.
El hato la vergareña tiene una nieta que deberia ser la heredera esta en portuguesa reina vergara
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