El Cerro del Zamuro es célebre no sólo porque
Fitzí Miranda publicó una leyenda que le contó el conserje del Teatro
Bolívar sobre el negro José Zamudio,
sino porque en sus faldas el General Manuel Piar concentró parte de su ejército
en su fallido intento por tomar la ciudad de Angostura. Y también, claro, porque allí se levantó un
fortín a finales del siglo diecinueve donde se escribió una página de traición
para que los Generales Ramón Cecilio Farreras y Nicolás Rolando cayeran frente
a las fuerzas castristas comandadas por Juan Vicente Gómez en la última batalla
de la Guerra
Libertadora en 1902.
El
negro José Zamudio, al parecer, era ayudante de Francisco Carvajal “El Tigre
Encaramado” que peleaba en la guerra de independencia de manera muy singular,
es decir, con una lanza en cada mano y sosteniendo con los dientes las riendas
de su caballo.
Pues
bien, el Cerro del Zamuro debe su nombre, no a Zamudio que luego de colgado en
un Araguaney se hizo incorruptible para
los zamuros y casi santo para la población, sino al ave de ese nombre: zamuro,
buitre o zopilote, acostumbrado nosotros a ver muy cerca de la carroña que
queda del ganado sacrificado o de algún ejemplar de la fauna doméstica o
silvestre dejado tirado en la vía por
alguna tragedia vehicular.
En
tiempos de la Colonia
y hasta muy avanzado el siglo XX, los zamuros que en México llaman
Zopilote, se posaban sobre las piedras
cumbre del cerro para olfatear los desperdicios vacunos de La Matanza de Perro
Seco. Así se llamaba el primer Matadero
Público que tuvo la ciudad a la orilla
del Orinoco, donde podían atracar las chalanas con su carga de ganado en pie
adquirido en los hatos que bordean las riberas del río. El nombre de Perro Seco data desde los
tiempos de la Colonia. Piar lo registra en sus
partes de guerra y el lugar ha permanecido
connotado como “Perro Seco” en alusión a un musulmán flaco y esmirriado
que vivió en ese lugar. Los españoles
menospreciaban a los moros
tildándolos de “perros”.
La
leyenda, por definición, corresponde a
hechos imaginarios que se consideran reales aunque a veces en ella se mezcla lo
real con la ficción. Pues bien, tal como
lo apunta Fitzí, lo del Fuerte de los Fusilamientos donde el Negro Zamudio
vengó la muerte del caballo que le cuidaba al brigadier Miguel de La Torre , es una leyenda que le
contó don Luis Rodríguez, conserje del Teatro Bolívar y debe ser así puesto que
al cotejarla con la documentación existente pierde todo su valor realmente
histórico. En el cuento, Zamudio vengó
la muerte del caballo hiriendo mortalmente a dos soldados que habían
participado en el sacrificio ordenado por el Brigadier para mitigar el hambre
durante el Sitio de Angostura. Entonces
se le sentenció a morir colgado, pero el cadáver después de cuatro días
permanecía incorruptible.
Lo cierto es que allí en el Cerro
del Zamuro no existió un Fuerte en tiempos de la Colonia. El cerro estaba muy
apartado de la ciudad. Bastaría con leer
los boletines de los movimientos de Piar en 1817 para darnos cuenta. La
Plaza de Angostura se defendía con baterías emplazadas en
puntos estratégicos: calle Orinoco, Malecón La Alameda , Cerro Azul y la
parte del Cerro El Vigía que da con Perro Seco o sea El Zanjón y El Temblador. En lo alto
sólo existía el Almacén de Pólvora Santa Bárbara que era de forma
pentagonal y muros como los de un fuerte convertido a finales del siglo XIX en
la famosa Caja de Agua que todavía se conserva.
En la misma cumbre del Cerro El Vigía, en tiempos de Dalla Costa, el
ingeniero polaco Alberto Lutowsky construiría el Hospital La Cruz , convertido después en
un cuartel militar al que le encajetaron el nombre de Capitolio.
El Fortín de El Zamuro que conocemos
actualmente data de fines del siglo diecinueve y no de la colonia. Al comienzo era un puesto de observación
dotado de un cañón bajo un techo de palma.
Luego se construyó de piedra y madera una fortificación con troneras en
los flancos y rodeado de una empalizada defensiva, para que sirviera de puesto
estratégico dotado de una pequeña guarnición.
Eso fue decidido por la experiencia de la Guerra de los Azules y la Revolución de Abril de
la que Ciudad Bolívar formó parte.
A raíz de la Guerra Libertadora ,
el Fortín quedó en muy mal estado y fue reconstruido por el comandante
de Armas, Juan Alberto Ramírez. Con una
superficie de 5 hectáreas, ha sido declarado Parque y está sujeto a la Ley respectiva desde el primer
mandato de Carlos Andrés Pérez y fue en
ese tiempo que la CVG ,
luego de estudios realizados por la
Gerencia a cargo de Claude Brun, cuando se ejecutaron los
trabajos de restauración dentro de un contexto paisajístico ideal que implicó
el desalojo de 89 ranchos, construcción
de cerca perimetral del área de expropiación, un camino empedrado de
acceso, edificación para información con sanitarios, casa para residencia del
vigilante, portón de entrada sobre hemiciclo empedrado y colocación de bustos
de varios participantes del Congreso de Angostura.
lol
ResponderEliminaruna leyenda que comprende parte de una historia que se vivio en los siglos pasados que sirvio de la defensa de la cd de angostura hoy cd bolivar me impresiono al leer que eso era un botadero de desperdicio del matadero de perro seco asi hay historias que faltan anaalizar
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