El caballo de tres
patas, el ánima tutelar de Pedro Alcaraván. El Peludo del Polanco, el Espíritu de Juana Millán, entre otros
personajes misteriosos del Más allá, perviven en la memoria popular del
bolivarense.
Seres
misteriosos
Desde que las bombillas inventadas por Tomás Edison
disputaron exitosamente a la Luna
la primacía secular de disipar las tinieblas tras la puesta del sol, podríamos
decir que comenzaron a esfumarse los fantasmas de los pueblos de quienes no
quieren bajo ninguna circunstancia enfrentarse a esa experiencia.
Estos seres ectoplasmas que en cada lugar tienen su
cognomento particular, nombres iguales, distintos o semejantes, vienen de
alguna parte que todavía las religiones ni la ciencia han logrado explicar de
una manera convincente.
Sobre tales fenómenos sobrenaturales cada quien tiene su
versión o una verdad muy propia que va sembrando o pone a circular conforme a
las circunstancias. Hasta ahora ha sido difícil que desaparezcan de un todo
esos muertos, fantasmas o apariciones a los que por sus manifestaciones en el
caso particular de los bolivarenses de la capital, han bautizado con los
nombres de La Llorona ,
el Caballo de tres patas, El Espíritu de Juana Millán y El Peludo, entre otros.
Marcos Ortiz, un sastre del Casco Histórico en cuyas
casonas abandonadas la gente suele por las noches escuchar pasos misteriosos,
quejumbre de puertas y ciertos ruidos sobrecogedores, siempre nos contaba del
alma en pena que asustó a su hermano Jorge cuando aún no soñaba con ser
reputado músico del centro nocturno “Barbarroja”
de Caracas. Ante la aparición, el muchacho tuvo el valor de arrodillarse y
rezar la Magnífica con lo cual aquella ánima solitaria se
desmaterializó como por encanto, pero por un tiempo largo las noches de Jorge
se hicieron largas y penosas mientras no se hallara bajo el regazo
de su madre.
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