En
la salida de Ciudad Bolívar hacia Puerto Ordaz, por la carretera vieja, hay una
gran Ceiba que según la leyenda cobija con su sombra el espíritu de Juana
Millán, en vida una hermosa mujer muy deseada, muerta trágicamente en la zona y
a quien el extinto Roy Tomedes dedicó una bella tonada.
Los conductores atraídos por la
vaporosa fémina que pide cola en la
carretera, justo junto a la Ceiba , hacen chirriar los
frenos, pues siempre es placentera la compañía de una dama y mucho más cuando
se viaja solo, de noche y en tan inesperadas circunstancias; pero, cuando esa
dama es el espíritu de Juana Millán se
puede caer en uno de los círculos tormentosos de la Divina Comedia.
Quienes han vivido la noctámbula experiencia, dicen que la mujer aborda el auto
y se insinúa; pero, cuando el chófer cae en la provocación, se desvanece y en
el asiento queda un silencio pesado y frío, capaz de congelar al mismo
Florentino Coronado.
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