miércoles, 26 de junio de 2013

Anécdotas aeronáuticas


Nico, ayudante de Jimmie Ángel
 Nico (Nicomedes Farfán) grueso, bajo y de piel oscura, de andar lento y hablar pausado, tiene tres hijos que no son de el y una mujer que era de su compadre. Pero sus afectos más antiguos están en el aeropuerto desde que  este era el popular descampado de la Laja de la Llanera, justo donde acampó el General Manuel Piar con su ejército cuando venía zumbado a conquistar Guayana en 1817.
Antes de ser confinado al aeropuerto actual, aquello era una sabana donde operaban los pioneros de la aeronáutica local. Allí Nico, siendo un mozalbete, comenzó a trabajar cuidándole la avioneta Flamingo al explorador Jimmy Ángel, de la cual guarda tan profundos recuerdos que cuando le cayó un árbol en el lado izquierdo y luego lo embistió una camioneta, se desmayó y hubo que revivirlo con sales.
 Nico soñaba con aero-navegar en aquella avioneta que parecía más segura que los aviones Later 28 que  volaban desde Maracay, pero se le derrumbó el sueño el mismo día de octubre en que la Flamingo se precipitó sobre el Auyantepuy. Nico sufrió una neurosis aerofóbica que le impedía montarse en esos aparatos hasta que en una fecha aniversaria de Avensa, Alfredo Boulton lo obligó a montarse en un Allison para ponerle una medalla en Caracas.
Nico fue hombre de confianza de don Pedro Schaefli y de su hijo Otto, desde que Avensa inició sus vuelos en la ciudad en un Douglas C-29, febrero de 1945. No obstante estar jubilado debido a su avanzada edad, casi ochenta, Nico continuó hasta la extinción de Avensa, yendo diariamente al Terminal del Aeropuerto a revisar y entregar el equipaje, pero evidentemente que los ojos no le alcanzaban para ver el número del ticket, de todas maneras se defendía confiando en la máxima según la cual “por la maleta se saca el pasajero”.

Un sordomudo comunicativo
Discípulo de Nico era el sordomudo Clovis Guevara, quien acusaba una viveza diligente desde que amanecía hasta el aterrizaje del último de los aviones que cubren las rutas de las minas diamantíferas y auríferas del interior de Guayana.
La tarea que le había impuesto la necesidad de un ingreso más o menos estable, consistía en acarrear carga y pasajeros hacía determinada aeronave, lo cual le reportaba doble propina: la del piloto y la del viajero. Podía, además, solicitar combustible con su onomatopéyica voz, calentar los motores y carretear la avioneta de un lugar a otro si era preciso, salvo que siempre se negaba a volar porque, al igual que a Nico, aparentaba sufrir de aerofobia.
El miedo a los aviones le vino desde que el capitán Rubén Vargas, piloto de un bimotor oficial en el que viajaba como invitado, embanderó  intencionalmente el motor derecho. Al percatarse, el mudo Clovis se zafó el cinturón, corrió alborotado hasta la cabina y estirando el brazo derecho y dándole de canto con su mano izquierda casi habla por primera vez.
El piloto comentó después haber disfrutado por anticipado de lo que fue siempre un reiterado episodio de hilaridad en el diario discurrir del aeropuerto, donde  el Mudo, a pesar de su incapacidad, era el que mejor se comunicaba y entendía con la gente, menos cuando lo dieron por perdido y hubo que movilizar a la policía. El Mudo, tres días fuera de su casa sin previo aviso, fue hallado en Canaima y nadie supo jamás como llegó a aquellos parajes.

Niehouse y Juan Bolívar
Estaba entonces el Mudo más perdido que William Frank Niehous, el Vicepresidente de la Owens Illinois, secuestrado por grupos guerrilleros durante tres años y motivo también, por cierto, de dos incidencias anecdóticas. Una, según la cual, a disgusto del comandante del Batallón de la V División de Selva, el piloto Juan Bolívar. Cuando se hallaba en pleno vuelo, el Comandante le comunicaba por la frecuencia volver a tierra para transbordar a Niehous en el helicóptero de la gobernación hasta Ciudad Bolívar, pero el “Indio de Camurica” se puso duro: “Lo lamento, Comandante, el cielo es mió, el deber de ustedes es custodiarme”.
Nunca habían aterrizado en Ciudad Bolívar tantos aviones de turbina como ese día. Alrededor de cuarenta y cuenta Rigoberto Belisario, jefe del Aeropuerto, que cuando Niehous, luego de varias horas reunido en la ciudad con las autoridades, se reembarcaba para ser trasladado a Caracas, Efrén Bolívar, jefe de la zona, lo llamó: “Alooo, Mr. Niehous”. Este se volteó y respondió saludando con la mano, pero Efrén le aclaró: “No, Mr. Niehous, solo queremos saber ¿Cuándo vuelve?” y Niehous con rostro compungido exclamó: “Oh, noo, God forbid!!!”

El Presidente de Nicaragua
A quien no le quedó ganas de volver tampoco fue al Presidente de Nicaragua, Anastasio Solloza Debayle, luego de asistir en Puerto Ordaz a una reunión de mandatarios de los países del Caribe. De ninguna manera porque Carlos Andrés Pérez no lo haya recibido en el Aeropuerto alterno de Ciudad Bolívar (siempre hay una excusa diplomática), sino porque se llevó un gran susto. El avión Presidencial –un Sable- donde venía aterrizó justo con el último litro de gasolina. Pero en la estación del Aeropuerto, donde permaneció dos horas atendido solícitamente por Rigoberto Belisario y Efrén Bolívar, no había el combustible apropiado para esa aeronave, por lo que debió reanudar el vuelo hasta Puerto Ordaz con gasolina de bajo octanage y, por supuesto, mucha adrenalina acelerando el ritmo cardiaco. Poco tiempo después, Septiembre 17 de 1980, llevaría un susto mayor, y mortal, sería asesinado en Paraguay.


Vuelo rasante
Susto y en peligro de perder su licencia también sufrió el Capitán Parra, piloto de un DC-9 de Avensa, quienes para complacer a los organizadores de la Semana de la Aviación  que culmina en 29 de septiembre, realizó un vuelo rasante sobre el aeropuerto, a mil pies de altura. Un paparazo que también los hay en la ciudad, tomo la foto y, para impresionar al director del periódico que pagó por ella, hizo un montaje en que el DC-9 se veía casi rozando los aviones parqueados de Rutaca. De la peripecia tubo conocimiento la división de Aeronáutica del MTC que decidió amonestar y suspender al piloto. Su gremio se movilizó y el Paparazo quedó al descubierto.


Una que perdió el “Chivo” Matute
El Chivo Matute, al igual que Guzmán López, ambos retirados, sobresalen por su veteranía y conocimiento de las rutas de la selva. Pero es fama dentro de su gremio de el Chivo Matute jamás había perdido en el juego de la actividad aeronáutica hasta el día en que Efrén Bolívar, jefe de la zona, le pidió que lo llevara a El Dorado en el avión privado que piloteaba, para practicar una inspección. Cumplió el mandato, el Chivo y exigió honorarios por su servicio, pero como esta prohibido realizar vuelos comerciales en aviones privados, Efrén respondió diciéndole que le cobrara al jefe del aeropuerto.


La Llave del Aeropuerto
Y es que el Aeropuerto tiene llave o es la pista 06 que tiene acaso una puerta con su respectiva cerradura? Vaya si lo saben los Controladores de la Torre. Ellos, por si usted no lo sabía, están al tanto, pues es frecuente cuando llega un novato a prestar servicio, mandarlos a la casa de ellos a buscar las llaves. “Por favor, coleguita, se me quedaron las llaves de la pista? Y el coleguita recién graduado sale diligente y regresa, no con las llaves sino con una “cerradura” de tonto. Así como en otras profesiones suele pagarse el noviciado.


Viento de cola
A Barretico, el hermano de Oscar Barreto “zamurito”, cuando ya para graduarse le tocó hacer íngrimo su primer vuelo de prueba sobre la ruta de Ciudad Bolívar-Santomé, su pueblo de cuna, fue desviado por un fuerte viento de cola y no pudiendo corregir el rumbo decidió aterrizar en una sorpresiva pista de los llanos del Guárico. Horas después pasó un avión de Avensa y el novato aviador a través de su frecuencia le da a conocer al piloto las siglas de un avión de escuela y le informa desconocer el lugar donde se encuentra, que realmente se siente perdido. “Averigua” –le responde el capitán de Avensa y el piloto novicio acepta: “Ok, yo te vuelvo a llamar, déjame alcanzar aquel campesino que va muy allá en su burrito”.


Este pasajero no es mío
Marcos Dinelli, otrora camarógrafo de Radio Caracas TV, atento a la emergencia de un DC-3 al que no le salía el tren de aterrizaje, se sienta atrás en la ambulancia que ha sido dispuesta junto con el Carro-Bomba del Cuerpo de Bomberos Aeronáuticos, para auxiliar al avión tan pronto su piloto lo aterrice de barriga. En efecto, tan pronto aterrizó, la ambulancia salió disparada hacia la pista y Dinelli que veía perdido el ángulo visual de su objetivo, se lanzo asido a la cámara y dio varias vueltas sobre el pajonal resultando con traumatismo y una herida en la frente. Los ocupantes del avión, no obstante lo aparatoso del aterrizaje, salieron ilesos, pero el piloto extrañado de ver a Dinelli herido, prorrumpió:”No, que va, este pasajero no es mió”.


El Jet Caribe
Estaba de moda aquellas lanchas veloces, rapidísima, connotadas con el nombre de “jet Caribe”, las cuales hacían el tránsito entre Puerto La Cruz - Margarita y Edgar Díaz “Cabeza de Piedra”, el fotógrafo del periodista Rafael Gómez Martínez (Ragan), quien cubría la fuente del Terminal del Aeropuerto, los únicos jet que conocían eran los de Aeropostal  y Avensa, de manera que al “Jet Caribe” el lo pensaba así como la última novedad de la ciencia y la tecnología aeronáutica y a sabiendas de ello, Ragan le ordenó en la mañana a su reportero grafico que tuviese atento y sin que se enterara la competencia, de la llegada al Aeropuerto, de un momento a otro, del “Jet Caribe”. Todo el día y casi que duerme en el Aeropuerto, Cabeza de Piedra, estuvo esperando la llegada del Jet Caribe hasta que alguien condolido lo puso al tanto del tubazo que estaba recibiendo de la mera y pura testa, sin darse cuenta.
Algo parecido le ocurrió a Fernando Sierra, periodista de El Bolivarense, cuando Enrique Aristeguieta lo mandó a esperar el Challenger en su viaje orbital sobre la tierra, pues tenía escala previa en el Aeropuerto de Ciudad Bolívar.



2 comentarios:

  1. Ante todo un saludo a todos.
    Es para mí una sorpresa encontrarme con este comentario ya que me trajo gratos recuerdos del acontecimiento del cual guardo todos los documentos , fotografías y publicaciones que casi me cuestan la carrera , agradeciendo nuevamente a todos los que me prestaron el apoyo incondicional para resolver el impase .
    Un fuerte saludo para todos
    Cap. Enrique Parra

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  2. Vuelo rasante
    Susto y en peligro de perder su licencia también sufrió el Capitán Parra, piloto de un DC-9 de Avensa, quienes para complacer a los organizadores de la Semana de la Aviación que culmina en 29 de septiembre, realizó un vuelo rasante sobre el aeropuerto, a mil pies de altura. Un paparazo que también los hay en la ciudad, tomo la foto y, para impresionar al director del periódico que pagó por ella, hizo un montaje en que el DC-9 se veía casi rozando los aviones parqueados de Rutaca. De la peripecia tubo conocimiento la división de Aeronáutica del MTC que decidió amonestar y suspender al piloto. Su gremio se movilizó y el Paparazo quedó al descubierto.

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