Según
la cosmogonía primitiva, estas tubulares como imponentes mesetas son el
producto de la astilla de un árbol del Paraíso traída escondida por Cuhicuchi a la tierra de los guayanos.
Dijimos
que los Yecuana o Maquiritare tienen su propia teoría mitológica de cómo
surgieron los tepuyes y ríos de Guayana.
Dijimos también que al comienzo todo
era tierra desolada y los habitantes no disponían de otro alimento que la misma
tierra, el agua que le proporcionaba en sus mandíbula la hormiga Yak
transportada desde una laguna ignota del cielo y el casabe que les traía desde
el mismo Kajuña (el cielo) un espíritu bondadoso llamado Demodene. Así
rutinariamente transcurría la vida en la tierra hasta que Odosha, un espíritu
maligno, se apareció y espantó a la
Yak y al Demodene haciendo la vida más penosa y difícil.
Cuando ello ocurrió se presentó el
Vencejo, un pájaro grandioso que los indios llaman Dariche y les prometió hacer
un esfuerzo alado por llegar hasta el Lago Aku-Ena del cielo y hacer que el
agua llegara de algún modo hasta la tierra. Así ocurrió, y surgió el
Casiquiare, pero las aguas confusas no sabían hacia donde dirigirse y a los
primitivos habitantes se les hacía harto difícil proveerse del precioso líquido. Ante esa
situación, Kush (el Cuchicuchi) confesó haber descubierto el camino del
Demodede para llegar hasta el lugar del cielo de la yuca y el casabe con la
ayuda de todos comenzó a trepar por un árbol cuya copa se perdía en las nubes.
Era la senda arbórea del Demodede y a través de ella llegó a Kajuña y se
encontró con un paraíso donde había de todo, incluyendo el árbol-madre de todos
los frutos. A él se trepó y saboreaba los exóticos manjares hasta tropezar con
un avispero cuyas colonias fueron a zumbar en los oídos de Lamankave, la dueña
y señora de aquellos feraces predios celestes. La señora toda indignada
reprimió a Kush y le hizo levantar el pellejo de su cuerpo a la vez que lo dejó
guindando como escarmiento en el mismo árbol.
La hija de la señora, toda conmovida,
le pidió a su Madre librase a Cuchicuchi de aquel suplicio, pues su
atrevimiento era el producto de la situación penosa que se pasaba en la tierra.
La madre aceptó y liberó a Kush, quien no tardó en regresar a la tierra, pero
se trajo escondido debajo de la uña una astilla y la clavó en la tierra y al día
siguiente como por milagro la astilla se transformó en un gran árbol con todos
los frutos inimaginables que luego con el tiempo se fosilizó y se transformó en
el Roraima.
El Roraima se hallaba muy distante de
la comunidad, de manera que una mujer llamada Edeñawad, se fue hasta el Monte
Roraima y le pidió a Kusch una estaca. En el curso de la jornada decidió
descansar y clavó la estaca, pero al siguiente día surgió un gran árbol que
también con el tiempo se fosilizó dando lugar al Auyantepuy. La mujer tomó otra
estaca y continuó la jornada y en cada lugar donde descansaba le ocurría lo
mismo al clavar la estaca, pero lo sorprendente fue cuando una de esas estacas
se transformó en el árbol mayor de todos: el Marahuaca cuya copa se enredó en
el cielo y sus ramas se extendieron de forma tal que cubrían toda la tierra.
Sus frutos al madurar caían por racimos generando un constante peligro para
hombres y animales que si no los mataban los dejaba de alguna manera
modificados. Ello explicaría la situación de la Lapa con el hocico achatado.
Para evitar tales males, Semenia,
mensajero del Dios Wanadi y jefe de todos los hombres, decidió tumbar el árbol
y para ello comisionó a los Sajoco (Tucanes), éstos con sus grandes picos
quedaron lastimados sin poder lograrlo. De manera que el Dios Wanadi,
disfrazado de pájaro carpintero hubo de intervenir directamente y picotear el
árbol hasta quedar totalmente derribado. Entonces muchas de sus ramas se
convirtieron en tepuyes mientras la copa perforó la Laguna y el agua vertida desde
el cielo se transformó en el Orinoco, el Caroní, el Paragua, el Aro, el Caura y
todos los grandes ríos de la
Guayana.
Esos Tepuyes siempre llamaron y fascinaron la atención
del Conquistador, especialmente de don Antonio de Berrío y de Sir Walter Raleigh.
El expedicionario inglés, trató inútilmente de escalar, no está dilucidado si
el Roraima o el Auyantepuy, pero sólo pudo penetrar hasta cierta distancia. En
sus relatos ese Tepuy que le impresionó lo configuró como una Montaña de
Cristal y creyó que allí podía estar la clave de la fabulosa ciudad de El
Dorado: “… he sido informado acerca de la existencia de una Montaña de Cristal
a la cual, debido a la distancia y a la estación del año, no pude llegar, pero
la vimos desde lejos, y daba la impresión de que era la torre de una iglesia de
gran altura. Desde arriba cae un gran río que no toca el costado de la montaña
en su caída, porque sale al aire y llega al suelo con el ruido y clamor que
producirían mil campanas gigantes golpeándose unas contra otras. Yo creo que no
existe en el mundo una cascada tan grande ni tan maravillosa. Berrío me dijo
que en su cumbre hay diamantes y piedras preciosas que se ven brillar a la
distancia. Pero lo que ella contiene, yo
no lo sé, ni él, ya que ninguno de sus hombres ha logrado ascender por el
costado por la hostilidad de los habitantes del lugar y las dificultades que
hay en el camino
interesante relato.
ResponderEliminarinteresante relato.
ResponderEliminar¿Existe una leyenda en la que Roraima y Canaima eran dos princesas hijas de una gran cacique y fueron víctimas de una maldición?
ResponderEliminar