El Pemón, así como se siente hijo y protegido por su Dios, cree que oculto en las sombras existe una deidad del mal que los acecha. Acaso Ahrinán, principio del mal, opuesto a Ormuz, principio del bien, en la religión de Zoroastro, pero que ellos llaman Canaíma.
En su novela del mismo nombre, Gallegos dice que
Canaima es “la sombría divinidad de los guaicas y makiritares, el dios
frenético, principio del mal y causa de todos los males que disputa el mundo a
Cajuña el bueno”.
Canaima, según las situaciones, suele transformarse y
tomar la forma de una bestia o de un mamífero alado como el murciélago y de
hecho al murciélago descomunal que habitaba en una cueva de Guaquinima solían
confundirlo con Canaima.
A la imponente Meseta Guaquinima, en la
cabecera del Carapo, afluente del río Paragua, hito que marca la frontera de
sus predios, los Pemón la conocen como Maripa-Tepuy y los Yecuana o Maquiritare
como Dede-Jidi que en su lengua significa lo mismo: ”Meseta del Murciélago”.
“Meseta del Murciélago” porque según
leyenda publicada por el explorador Charles Brewer Carías, allí existe una
enorme cueva o galería donde residía un Murciélago descomunalmente inmenso
acompañado de toda su familia alada y al que las comunidades indígenas de la
región guardaban un respeto tenebroso que los obligaba, por temor, a hacerle
frecuentes ofrendas humanas con las cuales se alimentaba.
Un joven guerrero deseoso de acabar con
ese miedo, ató un tizón a la pierna de la víctima escogida en la ocasión para
el sacrificio y cuando el Murciélago vino de noche por su tributo, el tizón se
avivó durante del curso del vuelo y generó una estela de humo incandescente que
señaló la ruta hacia la guarida o cueva hasta entonces desconocida. Siguiendo
esa ruta toda la noche hasta el amanecer, el ingenioso y valiente joven
guerrero sorprendió al membranoso individuo y le dio muerte de un solo y
certero disparo con su flecha envenenada.
Desde entonces se agotó el miedo entre
las etnias aborígenes y la
Meseta del Guaquinima quedó con el cognomento de Maripa-tepuy
para los Pemón y Dede-jidi para los Yecuana. El nombre de Maripa, capital
actual del Municipio Sucre, lo adoptó el doctrinero Ramón Espinoza al fundarla
en 1842 con un grupo de indígenas que moraban en la zona.
El escritor José Berti, en su novela “Hacia el Oeste
corre el Antabare”, hace mención de una leyenda de los Arecunas, habitantes de
ese afluente del Caroní y dice que como muchas otras tribus, no creen en la
muerte natural y para explicarse su eterna desaparición, concibieron a Canaima,
divinidad del mal que ellos imaginan como un extraño indio vestido de noche sin
luna, que habita los recónditos parajes de la selva y aparece en todas partes
con diferentes nombres, siempre armado de un garrote de tres filos y una tapara
de yare para golpear o envenenar a sus víctimas.
Los arecunas tienen un dios, provisto
de dos cabezas como Jano. La de la derecha con el nombre de Atictó, representa
al bien y la de la izquierda con el nombre de Ueue, representa el mal. Cada
representante del bien y del mal tiene adelantados que habitan sobre las cumbres de los Tepuyes y hacia los cuales
debe intervenir el Piatsan, especie de mensajero pendiente siempre de los
problemas del pueblo. Cuando un arekuna se enferma el Piatsan transmite el
mensaje a esos espíritus del bien y del mal que habitan sobre los Tepuyes.
Estos, los Mabaritón, y los Canaimatón alzan su vuelo y se posan sobre las
cabezas del Dios. Si se inclinan primero Ataictó, el enfermo se salvará, si por
el contrario lo hace primero Ueue, el paciente morirá.
Y a propósito del Guaquinima que es una meseta o
tepuy, los Yecuana o Maquiritare tienen su propia teoría mitológica que
contaremos en la próxima edición, pero antes nos referimos a los ríos de
Guayana.
Sucedió que al comienzo todo era tierra
desolada y los habitantes no disponían de otro alimento que la misma tierra, el
agua que le proporcionaba en sus mandíbula la hormiga Yak transportada desde
una laguna ignota del cielo y el casabe que les traía desde el mismo cielo o
Kajuña un espíritu bondadoso llamado Demodene. Así rutinariamente transcurría
la vida en la tierra hasta que Odosha, un espíritu maligno, se apareció y
espantó a la Yak
y al Demodene haciendo la vida más penosa y difícil.
Cuando ello ocurrió se presentó el
Vencejo, un pájaro grandioso que los indios llaman Dariche y les prometió hacer
un esfuerzo alado por llegar hasta el Lago Aku-Ena del cielo y hacer que el
agua llegara de algún modo hasta la tierra. Así ocurrió y surgió el Casiquiare,
pero las aguas confusas no sabían hacia donde dirigirse y a los primitivos
habitantes se les hacía harto difícil de proveerse del precioso líquido. Ante
esa situación, Kush (el Cuchicuchi) confesó haber descubierto el camino del
Demodede para llegar hasta el lugar del cielo de la yuca y el casabe y con la
ayuda de todos comenzó a trepar por un árbol cuya copa se perdía en las nubes
me gustaria hacerme de un ejemplar de este ibro, onde puedo conseguirlo?
ResponderEliminarYo también francorafaelp@gmail.com
EliminarMe podrían decir sí los arecunas y pemones son descendientes de los tamanacos? Y si es si por qué tienen mitos diferente S
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